jueves, 14 de abril de 2011

Un poema de Francis Mestries

LOS DOS JINETES


Al fondo de mi sueño hay un campo baldío

En un arrabal de ciudad desollada

Bajo una luna gélida

En su claro hay un jinete de armadura

negra al oriente

Y un jinete blanco con la espada en alto

Al poniente

Y presiento el despeñadero de los cascos hacia mí

-toque de queda redoble de metralla-

Y no existe la huida porque la tierra

Es lápida de cemento a mis pies

Pues extravié mis pasos en una estrella extinta.


En mi país la espada y la pared han cavado

Gemelas sepulturas

En mi país lo blanco es negro y lo negro es blanco

El canalla es honrado y el justo ajusticiado

Estallan pústulas donde quiera que le toques la piel

Escurriendo resentimiento

Y erupciones de ira

En mi país danza una zarabanda endiablada

Mictlantecuhtli

Sobre ojos vidriosos polvo de huesos

Y cuerpos-costales rotos en carretada

Y su pareja Tlaltecuhtli emergió del abismo de los siglos

Para tocarle con su flauta de tibia

Y su hocico de dientes pelados.

Agita su falda de calaveras

Y con sus garras va escombrando cadáveres

La afanadora de la tierra

La devoradora del disco solar.

De tu boca sale el ombligo que nos nutrió en tu seno

¡O madre feraz y despiadada!

Tus hijos andan dispersos y errantes

Tras inexistentes milpas y espejismos de pirita

Mientras los conquistadores de hoy

Montados en sus corceles de oro

Van derrumbando este país con furia ciega

- toque de queda redoble de metralla-.

Aún en la más negra noche

Cuando no queda ni uña de luz macilenta

De esperanza

De pronto un destello

Un diminuto parpadeo

Llama de vela en un ataúd

Asoma una estrella lejana

Como farol boreal en la tormenta.

Poema de Marisela Ríos